El miedo a la inteligencia artificial es una respuesta totalmente humana y comprensible. Este temor surge en gran parte debido a la incertidumbre sobre lo que el futuro podría traer con el avance de la IA y por lo parecidas que pueden llegar a ser a nosotros. Ya sea un robot que se parece inquietantemente a nosotros o un chatbot que es capaz de replicar respuestas humanas con una precisión increíble, así como resolver problemas y llevar a cabo tareas a una mayor velocidad a la que nosotros somos capaces de hacerlo.
Los seres humanos tienen una larga historia de preocupación ante tecnologías nuevas y desconocidas que podrían tener un impacto significativo en sus vidas.
Las IA’s tienen como finalidad replicar nuestras funciones cognitivas, solo que a una mayor eficacia y velocidad. Es decir, súper “humanos” mejorados capaces de efectuar tareas de gran dificultad en cuestión de segundos. Por lo tanto, cuando una IA empieza a actuar o a parecer demasiado humana el miedo surge y nos causa rechazo, hay personas que incluso llegan a tener cierta sensación de inquietud al ver una. Si este es tu caso, es posible que estés experimentando el fenómeno del
valle inquietante
El “Valle Inquietante” es un concepto que se refiere a un fenómeno psicológico y emocional que algunas personas experimentan cuando interactúan con robots, androides u otras representaciones de inteligencia artificial que se vuelven muy realistas, pero aún no alcanzan un nivel de realismo perfecto. Este término fue acuñado por el experto en robótica Masahiro Mori en 1970.
La idea central detrás del valle inquietante es que a medida que una representación artificial de un ser humano o animal se vuelve más realista, la reacción emocional y la empatía de las personas hacia esa representación también aumentan. Sin embargo, cuando la representación se vuelve casi indistinguible de la realidad pero aún tiene ciertas imperfecciones, las personas pueden sentir una sensación de incomodidad, repulsión o inquietud. Esta sensación puede ser causada por la disonancia entre la apariencia y el comportamiento casi realista de la representación y las pequeñas imperfecciones que aún permanecen visibles.
Para evitar el valle inquietante, los diseñadores buscan crear representaciones realistas que se acerquen lo más posible a la apariencia y el comportamiento humanos sin cruzar esa línea en la que las imperfecciones se vuelvan perturbadoras para las personas.
Estos temores son una manifestación natural de nuestra adaptación a un mundo en constante cambio. Sin embargo, es importante recordar que la IA también tiene un gran potencial para el bien. Puede ayudar a abordar problemas complejos, mejorar la atención médica, optimizar la eficiencia en diversas industrias y abrir nuevas oportunidades en la investigación y la innovación.
En última instancia, es esencial mantener un diálogo abierto y ético sobre el desarrollo y la implementación de la IA. Abordar los desafíos de manera constructiva y colaborativa puede ayudar a mitigar los temores y aprovechar al máximo los beneficios que esta tecnología puede aportar a la sociedad.
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